lunes, 23 de noviembre de 2020

Mi amiga la mosca

Las mañanas eran frías, a veces vacías, las tardes como hambrientas de compañía y las noches... solitarias.

Desperté rutinariamente en mi pequeño departamento de 20m2, mono ambiente, era domingo, no me sentía muy bien del estómago, como dirían las abuelas "floja de vientre".

 No tuve un buen día, a pesar de mis esfuerzos, los vecinos de al lado habían decidido hacer la mudanza un domingo a las 8 am, me había despertado escuchando muebles rozar las paredes, cajas cayendo al suelo entre otros sonidos que tienen que ver con mudanzas, me dispuse a desayunar, como es de esperar mi desayuno rutinario se vió interrumpido por mi malestar estomacal, por lo que decidí cambiar la colación, por un platito de arroz con queso y té con limón, me siento frente a una ventana apreciando el repetido paisaje de siempre, tres edificios de patios interiores y dos terrazas, de vez en cuando entre tanto ladrillo podía disfrutar de alguna paloma planeando. Fue entonces que escucho como un zumbido, como cuando escuchas un cable de alta tensión cerca, pero que es interrumpido, no continuo...

¿Me habré vuelto loca? me pregunté, serán los desvíos de mi mente para quitarle peso a mi monótona y solitaria realidad?..

Mientras seguía tomando mi té, se reposo en la ventana una criatura grande, negra, con alas, con pelos y con un zumbido digno de una central eléctrica, era una mosca, pero no cualquier mosca, era algo majestuoso, gordita, con el culo repingón, y unos ojos verdes muy llamativos.

Decidí observar su extraña belleza un rato, y pensé, ¿como habría logrado entrar a la casa??, si siempre tengo las ventanas cerradas, me acorde que por causa de mi malestar estomacal, había dejado la ventana del lavabo abierta, y probablemente por allí había realizado su entrada triunfal aquella minúscula mosca.

Decidí quedármela, como aquel que se queda una moneda cuando la encuentra, mejor dicho como aquel que adopta una mascota. 

Teniendo en cuenta la responsabilidad que esto conlleva, una mascota es para toda la vida, pero la vida de estos seres es muy efímera, de unos pocos días, aunque ellos la viven como si fuera eterna, intensamente y felíz; sin pensar, la llamé "Amanda"... 

Amanda se sentía como en casa, volando de un lado al otro con su zumbido eléctrico, coloqué un pequeño plato con tres gotita de agua que puse delicadamente al mojar las yemas de mis dedos, un trocito de carne y cuatro granos de arroz con queso, un buen manjar de bienvenida, que fue ignorado...

Y me sentí mal, ¿habré sido una mala anfitriona?, probablemente debería haberle preguntado su nombre, no imponerle el mío, o si quería tomar algo. No dar por hecho que tenía sed... 

Simplemente recorre la estancia... Así que procedí a seguirla -oye, perdona, bienvenida Amanda, espero que te sientas como en casa, si necesitas algo, pídemelo, que tonta que soy, no me lo pidas, "zumbéamelo"- y se quedó en silencio reposando en un azulejo de la cocina observandome supongo...


Amanda 


martes, 28 de julio de 2020

La mente y sus juegos macabros

Ayer sentí la nada, el vacío absoluto del olvido y Comencé a perderme en mis pensamientos en un espiral que iba hacia abajo sin retorno, estaba perdiendo el significado de la vida por un momento, con lo valiente que puedo llegar a ser... Comencé a tener miedo...

Escrito el 21 de noviembre del 2019

martes, 31 de marzo de 2020

"El amor en tiempos revueltos"

Y de repente colgué mis alas, esas que tanto me costaron volver a tener, aquellas que habían sido cortadas por la vida que me había obligado a creer,  fielmente a mi instinto me eché a correr, consiguiendo esa libertad que tanto ansiaba poseer, y aunque parecía que todo tenía un rumbo...
El mundo se desmorona, se cierran las puertas, miradas desafiantes y desconciertas, me obligaron a cortarme mi más preciado poder, con el dolor y la incertidumbre de no saber el verdadero por qué, me fuerzan a observarlas desde lejos como a un esclavo sediento que se le priva del placer de beber.
Miro a mi alrededor y me doy cuenta que no estoy sola... Que muchos con la espalda sangrienta se acercan a secar mis lágrimas, con fuerza me abrazan, aún sabiendo que también pueden perder su tesoro más
preciado , tienen el coraje y la fortaleza de brindarme solidariamente un gesto de afecto ... Les reclamo preguntando, "solo esto?... Dime que quieres a cambio, por un poquito más?? "... Tristemente me encontraba sin mis alas y mendigando unas migajas de ternura...
En épocas de dictadura pandèmica, de alas colgadas, y de sueños cubiertos por espesas neblinas, el amor se había convertido en un acto delictivo y las alas en un lujo , un tesoro inaccesible, una deidad intangible que sólo te permiten adorar a la distancia ...